S, s,querida, no te preocupes, recin abro el e-mail. Pero note preocupes, la casa est bastante lejos, como a ciencuadras, de lo que eran las torres. S, todo muy, muy triste.S, s, ojal sea como decs. Eso,por favor, por la paz, tan frgil, no, tan frgiles,como brjulas eran, tan bellas, nuestra brjulaurbana eran, tan bellas, no, tan esbeltas. Las vi caer en la pantalla.Pero antes, antes de caer, las viste. Viste la gente. El humo,pareca el Guernica. No s por qu. No hayfuego en el Guernica. No haba caras. Slo figurasasindose de las cornisas. Y sin embargo el humo, la expresindel humo. El humo sala de las ventanas como la cara dela mujer en el Guernica. No saltaban, no, nadie salt,era el impacto que los expulsaba. Nadie salt. Los quepudieron llegaron a bajar las escaleras antes de que se derrumbaran.Toda esa gente, no, toda esa gente, a esa hora, ya habranllegado, apenas, se estaran sirviendo el caf.Era temprano. Ya estara todo el mundo? Estaranentrando. Y tanta gente en el subte. Pero los del subte salieron,ellos pudieron salir por debajo, por el subsuelo, hasta la calle.Estaran algunos de los empleados, pero no todo el mundo,era muy temprano; contra qu capital, las seorasde la limpieza y los chicos de Puebla que trabajan en las cocinas,pobrecitos, la mitad ilegales, las familias no deben saber nique trabajaban all. Marta dice que cuando venanayer de New Jersey vieron entrar a la ciudad una hilera de camionescon enormes acoplados negros. Dicen que hay como 4000 desaparecidos,pero ella dice que debe haber ms, que van a haber ms.Pero yo no creo. Era muy temprano, ya van a ver. Todavamucha gente no habra llegado. Estoy bien, devastada. Perobien. Marta est en New Jersey y no puede volver. Todala isla est cerrada. La gente sale caminando por los puentes.Han puesto lanchas que salen cada cinco minutos de Manhattan aNew Jersey. Todo el personal de los hospitales est deguardia, han vaciado las salas por completo esperando que lleguenlos heridos. Pero no llegan, no han llegado. Todava nollegaron. Los estn esperando. No se sabe por qu.Esperan en el muelle con las sillas de ruedas. S, querida,s, gracias, me lleg. Estamos bien. Yo en casa.Slo sal al medioda. Todo estaba tan raropor aqu arriba, luminoso y siniestro, sobre todo por loque no se vea: el da estaba ofensivamente hermoso,slo una nube muy grande apareca al fondo, sobreel sur de la ciudad, y ni siquiera demasiado oscura, la genteestaba en los restaurantes como si fuera un feriado, pero sinhablar y mirando repetirse una y otra vez la misma imagen en lostelevisores colgando de los techos. El trfico estcortado y aun as, algunos llegbamos a una esquinay nos quedbamos ah, sin saber hacia dndeir, para dnde cruzar, si seguir o volverse, y como sinadie quisiera irrumpir en el espanto del otro ni siquiera noshablbamos. Otrosen el mercado, comprando provisiones comocuando anuncian tormenta; otros caminaban sin zapatos, y todosmirndonos con una expresin como si nos hubieranarrancado una mano. Gracias por escribirme.