Pero hay adems otro estudio que ocupa terriblemente mi espritu, y se me traba la lengua en la boca si quiero decir en griego algo, por insignificante que sea: nuestras leyes admirables, por las que ahora se rigen y dirigen los asuntos de cuantos estn bajo el imperio romano. Estas leyes no se componen ni se aprenden sin trabajo. Leyes realmente sabias y exactas, varias y admirables, y, para decirlo con una palabra, de todo en todo helnicas; pero dictadas y enseadas en lengua latina, expresiva y magnfica y en armona cabal con el poder imperial, pero que a m'se me hace pesada. Yo no pudiera ni quisiera decir otra cosa. Ahora bien, como quiera que nuestras palabras no otra cosa son sino imgenes de lo que acaece a nuestra alma, hay que confesar que quienes estn sin obstculo alguno, como pintores excelentes, dueos, adems, de la tcnica ms acabada y ricos de variedad de colores, pueden pintar cuadros no slo semejantes, sino tambin varios y muy bellos por la mltiple mezcla de las flores.