En los meses de lluvia, las tierras sagradas que rodean su pequeo pueblo de adobe de Tusaquillas cuentan con agua abundante. En los meses secos, las familias caminan kilmetros bajo el sol abrasador, con la esperanza de que su ganado pueda beber de un pequeo recipiente de plstico, alimentado por una manguera que llega hasta las distantes montaas.