A nadie le sorprender saber que quienes ms se indignan ante la gente que va a paso lento son los habitantes de las grandes ciudades. Como seala Wittmann, los centros urbanos parecen instigar a la gente para que camine ms deprisa y las comodidades de la vida moderna han mermado nuestra paciencia. La lucha por el espacio personal tambin puede agudizar el sentimiento, segn James.