Al regresar a Florencia, un poco inspirado Leonardo queda cautivado por el encargo de completar un retrato de Lisa del Giocondo. Dado que Soderini no puede pagar los impuestos de Cesare Borgia, el general Ramiro (la mano derecha de Borgia) sugiere que a cambio Leonardo podra ser enviado a trabajar en la corte de Cesare en Imola como ofrenda de paz.